jueves, 9 de agosto de 2012

Helguero 2012

En más de una ocasión hemos dicho en este blog que tocar en Ruiloba es tocar en casa, es como lo sentimos. Pues bien, tocar en el camping El Helguero de Ruiloba no es una excepción. Estamos como en casa, nos tratan muy bien y nos sentimos con total comodidad. Sus propietarios, Camilo y Felipe, dos hermanos de estupendo caracter, nos acogen y cuidan, algo que saben hacer con sus clientes. Y es que su clientela es muy fiel a ese pequeño rincón bien cuidado y tranquilo.

La crisis dichosa, esa que durará hasta que aquellos a los que hicimos nuestros representantes y dimos enorme cuota de poder, aquellos que copan ansiadísimos cargos y puestos bien remunerados de "lo público", que abanderaron la esperanza de muchos, esos, políticos de profesión, decidan acabar con ella. El mensaje es bien sencillo: habrá crisis mientras ellos quieran. De momento, intención poca, acierto menos y ganas, bueno, de eso, de eso mejor ni hablar. Pues bien, la dichosa crisis que enriquece a unos pocos y afecta a tantísimos, afecta a las vacaciones y descanso de la gente, lo cual repercute en menor presencia de turistas en los centros como el Helguero, que sobrevive y da empleo a buen número de personas de la zona. La crisis es un azote bien orquestado y planificado. Aún así, volvimos a este camping con ganas, con la esperanza de verlo mejor que el año pasado. Nos equivocamos. Lamentablemente había menos gente, pero como no hay que arrugarse y menos aún caer en la pesadumbre, nos animamos a sacar adelante una noche de animación, como en ocasiones anteriores.

Hacia las 22:00 h comenzamos el concierto, previamente habíamos montado nuestro equipo y hecho la prueba de sonido. Acabamos pronto y nos tomamos un refrigerio en el mesón del camping, unas pizzas y bocadillos con algo para beber. Siempre es un buen momento para hablar y pasar un rato juntos.

Comenzamos con un baile que estrenamos hace poco y que sirve para ir atrayendo al público a la plaza. La gente que nos conoce ya sabe de qué va nuestra actuación, pero los nuevos, los que van más de paso, esos no saben qué les espera y vienen provistos de sillas para sentarse a ver el concierto. Como es habitual, en la mayoría de recitales que hacemos, hacia la mitad del concierto hacemos un pequeño bloque de bailes para una animación de danzas del mundo, fáciles y divertidas. Ese momento es el más gracioso, cuando todo el mundo de une en uno o dos círculos en la plaza, los que se conocen y los que ni siquiera se han visto. Es muy agradable ser testigos privilegiados desde el escenario de esas "maniobras". Al final, todo sale bien y lo vemos en la cara de la gente. Nos gusta, se nota que se olvidan de sus problemas, de lo cotidiano y, para su placer y el nuestro, se entregan a participar activamente.

Para acabar, tocamos los temas nuevos que estamos estrenando esta temporada y nos despedimos. Mientras recogemos el equipo llegan personas a comprar nuestros discos, a que se los firmemos o a felicitarnos. Nos gusta que les guste, es nuestro mejor pago.


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