lunes, 19 de agosto de 2013

Camping El Helguero 2013

Ser recibidos en el Camping El Helguero de Ruiloba es un placer. Nos tratan familiarmente, nos llaman desde hace muchos, muchos años. Pocas cosas atrapan más a los artistas, a la gente de la farándula, que ser queridos allá donde vamos. Así, se puede ir al Fin del Mundo, de cabeza.

El concierto que ofrecemos en El Helguero, y ya lo hemos comentado en este blog varias veces, es un concierto que nos parece estar dando "en casa". Es así de rotundo. Nos gusta estar en sus instalaciones, compartiendo un rato con propietarios, trabajadores y clientes, muchos de l*s cuales son asidu*s a este cuidado centro. Nuestro agradecimiento para tod*s ell*s.

A las 20 h. del miércoles 14 de agosto llegamos para ir montando equipo, el nuestro, al cual estamos muy habituados y, para hacer la prueba de sonido. El concierto estaba previsto para las 22 h. Como aún había luces del día y no teníamos mucho público en la plaza central del camping, empezamos a las 22:15 h. Poco a poco fue llegando gente a ese céntrico espacio que hace las funciones de distribución de las calles radiales, que a su vez, se subdividen en ramas, como si de un árbol se tratara.

Pasadas las 22:30 teníamos un numeroso público que ocupaba la plaza: misión cumplida. Un rato más tarde dimos comienzo a una tanda de temas de baile que sabemos hacen disfrutar a grandes y chicos, convirtiendo esa noche en algo especial para llevar a casa, como souvenir de su estancia en Ruiloba o en Cantabria. La noche era cálida y, al igual que en otras noches en este camping, la luna señoreaba al sur, creciente, por encima de las copas de los árboles.

Después de los bailes, otra tanda de temas de repertorio, unos ya grabados y otros inéditos. A las 11:50 acabamos el concierto, tras un bis. La hora del silencio, las 00:00 h, estaba muy cercana. Recogimos equipo e instrumentos, mientras algunas personas se interesaban por nuestra música y aprovechaban para hacerse con ella. Al salir por la puerta principal del camping, el silencio y la calma se habían adueñado del bosque.

jueves, 15 de agosto de 2013

Un pueblo de leyendas

Desde hace unos años, seis, se celebra en Barriopalaciu (Anievas) una fiesta popular de exaltación a la rica Mitología Cántabra. Decimos que es popular porque todo el pueblo participa en la elaboración de reproducciones de los seres que pertenecen a ese apartado rincón de nuestras creencias ancestrales, la concepción del mundo irreal y su nexo con el mundanal existir.

Mucha gente asiste a esta fiesta, encontrando por sus calles, montes, esquinales y mieses, a decenas de personajes bondadosos, unos, otros de caracter malvado o perverso. Verdaderamente, se trata de Un Pueblu de Lienda.

En la bolera, bajo la mirada de un descomunal Ojáncanu que se enseñoraba en una atalaya sobre el pueblo y protegidos por Anjanas que lavaban hilos de oro en el río cercano, montamos nuestro equipo e iniciamos los compases de nuestra Danza Palus Tresmerana, a modo de reclamo para ir acercando al corru al público que descansaba del intenso calor del día. Posteriormente, dimos inicio a varias danzas para ofrecer una Animación de Danzas del Mundo. Fue muy buena la respuesta. La imagen, muestra la última danza, tras dos bises.

Una vez recogido el equipo, hicimos un pasacalles por las callejas del pueblo, con numerosísimos seguidores. Serían sobre las 21:30. En la cachapera que hacía la veces de centro de organización, tocamos una jota a lo ligeru para despedirnos encantados con la fiesta y organización. Enhorabuena.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Picu la Torre: a la tercera va la vencida

Esta vez el dicho acertó. Han sido necesarias tres ocasiones para poder tocar en el Picu la Torre de Cabezón. El año pasado, pasado por agua y trasladado al Centro de Interpretación, el sábado 3 de agosto fue la segunda ocasión, también pasada por agua... se aplazó al domingo; y por fin, el domingo 4 de agosto pudimos ofrecer un concierto en la muralla sur de la reconstrucción del castro cántabro del Picu la Torre. A la tercera... la vencida.

La intención es muy buena: hacer un concierto en pleno castro, rodeados de elementos que nos trasladan a la Edad del Hierro: cabañas, muros defensivos, socarenas, cuadras y huertas reconstruidas para servir de enseñanza y muestra de las habilidades constructivas de nuestros antepasados. La dificultad estriba en que debe hacer buena noche, sin agua que pueda poner en peligro los equipos de sonido y de luminotecnia. El domingo se consiguió.

La prueba de sonido fue dura y llena de imprevistos. Llegamos a las 19:30, según lo establecido. Fuimos montando instrumentación y dando instrucciones a los técnicos sobre microfonía requerida. Todo ello, instalado en lo alto de la muralla defensiva, sobre el portón de entrada al recinto. Lamentablemente, todo fue lento y con dificultades de sonido, agotando, casi por completo, el tiempo previsto para la prueba. A las 21:45 h acabamos con este requisito previo al concierto. Para entonces ya había gente en lo alto del Picu.

Dimos comienzo al concierto a las 22:10, con la oscuridad de la noche y con la luces suaves de la iluminación para ambientar. Cuando llevábamos 2/3 partes del concierto, y a una señal de la organización, hicimos una pausa y surgieron de entre el público y, de distintas orientaciones, varias chicas vestidas con pieles y portando antorchas. Éstas formaron un círculo en la "plaza" del poblado, mientras otras chicas subían a nuestro muro, también con teas encendidas. Un tamboriteru y dos bigaristas iniciaron ritmo y señales para dar comienzo a la Danza de Ibiu. Los danzantes, ataviados de igual forma que las chicas, surgieron de dos zonas opuestas y se encontraron en el centro del poblado. La gente les rodeaba, en silencio.

La danza duró algo más de 10 minutos, arrancando los aplausos del público. Una vez retirados los integrantes de grupo folclórico Virgen del Campo de Cabezón, reiniciamos nuestro concierto. Ofrecimos un bis, el previsto, pero ante la petición de otro, ofrecimos uno de nuestros temas "brasileiros": el forró de Garma, composición de Ramón. Habíamos pasado de la medianoche y el cielo estaba despejado. Misión cumplida.